Los cánceres de sangre afectan a las células sanguíneas, a la médula ósea y a los ganglios linfáticos. También se llaman cáncer hematológico, cáncer sanguíneo, o neoplasia sanguínea maligna. Las células cancerosas evitan que la sangre lleve a cabo sus funciones normales, entre las cuales están combatir infecciones o prevenir hemorragias graves.
Aunque hay identificados más de una decena de cánceres de la sangre, los tres tipos más frecuentes son:
los linfomas – Hodgkin y no Hodgkin, afectan a los linfocitos del sistema linfático (un tipo de glóbulos blancos);
las leucemias, afectan a los glóbulos blancos que se producen en la médula ósea; y
los mielomas, un cáncer de las células plasmáticas en la médula ósea.
Tienen una incidencia anual en España de unos 10.000, 6.000 y 3.000 casos, respectivamente.
Su tratamiento ha ido evolucionando gracias a la investigación consiguiéndose en muchos casos remisiones completas; aun así, es necesario seguir buscando nuevas terapias y por ello actualmente en nuestro país hay en marcha 85 ensayos clínicos entre los diferentes cánceres hematológicos.
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